16.3.08

Uno es viejo cuando deja de tener proyectos

Debió haber sido allá por el año 65 ó 66, y aunque Polaco no se acuerda exactamente, dice que nunca más se olvidó de la extraña experiencia.

Siempre y cuando no nos llueva después de este calorón, dijo Manucho acelerando con un poco más de ganas. Iban en el mercedito, aquel camioncito trompudo que con mucho esfuerzo se había convertido en el único exponente del sueño de la empresa propia, que nunca se vería realizado.

Era un viaje como tantos, en los que recorrían las polvorientas y movedizas rutas de ripio mesopotámico. Bajaban por la catorce, esa huella larga que bordea el río Uruguay desde Bernardo de Irigoyen hasta Ceibas, con la inscripción «Combustible YPF» en el tanque.

Durante el día, el calor extraordinario los obligó a parar en arroyos, estacionaron debajo de una umbrosa arboleda algunas veces, y en la banquina cuando no quedaba más remedio. Una buena siesta y una remojada cada rato venían bien, aunque Polaco siempre le tuvo miedo al agua. Siempre no: desde que a los cuatro o cinco años casi se ahoga en el arroyo el cincuenta, en las afueras de Chajarí, y lo salvaron por un pelo.

Ya de noche llegaron cerca del cruce de Concordia y Manucho paró el motor, misterioso, y fue estacionando despacito al costado del camino. La luna, llena, inmensa y cercana iluminaba el momento con un velo de transparencia y brillo inusuales. Hablando en voz baja, señaló algo mientras avanzaban agazapados, a una distancia prudente se podía divisar la silueta alta de uno de esos típicos postes que dibujan las panzas de los cables. Se fueron acercando de a poco hasta un punto en que la vista se acostumbró a la semipenumbra lunar, se detuvieron, se detuvo el tiempo, y ahí estaban dejándose ver por seres humanos, entregadas a su extraña comunión, que duró larguísimos minutos: podrían haber sido treinta, tal vez más, las vizcachas que formaban un círculo ritual grande, casi perfecto alrededor del poste y daba la sensación que sabían para qué.

01 de julio de 2005

Gracias a Mirta Lambezat por el título.

1 comentario:

Fabi dijo...

Que bueno, ahora te podemos insultar de manera anónima. Eso sí, sacá ese cyan (?) del sidebar porque en mi super monitor LCD de última generación se ve como el orto.
un abrazo muy grande.
ah, muy lindo el texto.

Fabi