15.3.08

Me pica y ni siquiera me rasco

ME PICA Y NI SIQUIERA ME RASCO.


A veces me pregunto, y suelen ser varias, si las opiniones, antes de ser vertidas por el sujeto opinador, son: a) generadas por él, ó b) simplemente aparecen. En este último caso (b), poco importa de dónde vienen, en el sentido de provenir de un otro discurso que las condiciona (explícito o implícito), ya que el sólo hecho de su «aparición» implica una indeterminación de origen que las exime (a ellas) de responsabilidad alguna por sus efectos (no así al sujeto, si la conciencia de esta operatoria se le hace evidente antes de proferirlas). En el primer caso, (a), sin embargo, sigo preguntándome entonces, cómo es que son construidas, cuáles son sus motivaciones externas e internas, cuál es la estructura que las define y les da existencia, cuáles son los mecanismos de legitimación en el núcleo mismo de la mente del ser que las engendra, para qué necesita opinarlas, difundirlas, compartirlas, imponerlas, dejarlas a la deriva, darlas por sabidas, transparentarlas, sostenerlas, enmascararlas, o sea darles alguna entidad cualquiera sea, en el intercambio social. Otras veces me pregunto, y tal vez este texto lo justifique, si Manucho no habrá acertado nuevamente con uno de sus caballitos de batalla: «Te perdiste la oportunidad de callarte la boca».

17 de agosto de 2004

Gracias a Tadeo Widnicky por el título.

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