15.3.08

Se comió un gurí que pedía

El vapor caluroso y húmedo se eleva implacable desde la garrafita de llama parpadeante y mantiene el ambiente ocupado por el aroma inconfundiblemente terapéutico del eucalipto. El aparato grotesco emite mecánicamente sus sonidos cibernéticos a la par que imágenes des-coloridas pestañeantes repiten sin decoro la historia del momento. Una luz amarillentamente tenue deja ver esas paredes y el cielorraso añejados por el avance del ciclo eterno de la vida. Un Cristo humilde y torcido preside en lo alto la estadía convaleciente de 158 años simultáneos, convivencia febril atemporal, amorosa y solidaria. Los achaques y dolencias insisten en adosarle a las largas vidas de Manucho y la Pocha una serie interminable de ortopedias, cosas y palabras: risas, pijamas, bronquios, escarpines, quemadilla, pelela, pastillas, compotas, resfríos, recuerdos, abrigo, pantuflas, infusiones, catarros, visitas, estornudos, inyecciones, nietos, gatos, mates y aspirinas.

22 de junio de 2004

Gracias a Chuni Bonelli por el título.

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