15.3.08

Nooo, flaco es mejor

Solo, empecinado en toda soledad desconsolada cabalga un jinete valeroso y justo. Alas enormes despliega su Pegaso incondicional, ligero y bravo llevando a su amo por caminos desconocidos, impulsado por las corrientes cálidas del Trópico. Procuran atender todos los pedidos de protección y defensa contra fuerzas opresoras que reciben desde los más distantes rincones de la Tierra. Un celeste y vasto cielo los acompaña en las travesías, aunque no faltan algunos obstáculos menores como truenos, relámpagos, rayos y centellas. A veces, en medio de largos viajes y para alimentar los cuerpos y el espíritu, Pegaso tiene por sana costumbre convencer al jinete solitario sobre las bondades de bajar de las alturas a prodigarse un merecido descanso en algún lugar de la Tierra, bajo la sombra de una frondosa vegetación, beber de aguas cristalinas y comer los frutos de la naturaleza. Existe también un motivo más profundo en la actitud del blanco, alado y pelilargo compañero de nuestro bondadoso caballero: ayudar a su amo a mitigar esa sensación de soledad que lo habita desde tiempos inmemoriales. Con estas esporádicas incursiones terrenales espera Pegaso que el hombre aprenda a entablar relaciones amistosas con los habitantes de los poblados cercanos a sus lugares de descanso. Su amo, como todo hombre solo, carece por completo de las habilidades y estrategias necesarias para acercase a otras personas y dejar que otros se acerquen a él. Para facilitar estos acercamientos, Pegaso organiza entonces entretenidas reuniones sociales, divertidos bailes, kermeses y extravagantes concursos con suculentos premios. En la última bajada, la ocurrencia más festejada y practicada por los campesinos fue el concurso «Póngale nombre a las nubes». El melancólico caballero fue convencido no sin esfuerzo por su brioso corcel para participar en la contienda; contra todo lo esperado y sorpresivamente, el ecuánime y solidario benefactor de la humanidad resultó ganador exhibiendo una imaginación admirada por todos los presentes. Las figuras reconocidas en las formas de las nubes por el caballero son recordadas en toda la orbe por su ingenio y creatividad, por haber sido vehículo de amistad entre las gentes y por haber derrotado la soledad del jinete. Algunas de ellas, si hacemos el esfuerzo de mirar hacia arriba con interés y entusiasmo, aún hoy pueden verse surcando ligeras los cielos despejados.

31 de agosto de 2004

Gracias a Mariano Grassi por el título.

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