15.3.08

Ellos van a estar más contentos porque se lo hacemos nosotros

Fuerte es el abrazo y la mirada sincera que interpela recorre sutil el aura invisible que llevamos sin saberlo. Saben ellos sí porque la suya los envuelve protectora, gentil y misteriosa. Buscan insaciables el encuentro con el ser del otro, en aquel contacto cálido y feliz del saludo amigable durante una visita de mañana soleada y desayuno compartido. Rayos de luz descienden sobre las mesas llenas de bullicio y risas estentóreas, mejillas sonrojadas de vergüenza, silencios aguerridos, galletitas picadas en tazones enlozados, preguntas recurrentes, amores consolidados como urdimbres milenarias. En un rincón, haciendo un alto restaurador en la tarea cotidiana, fanáticos polares del histórico fútbol platense juegan el juego del antagonismo irreconciliable pero al fin de cuentas somos todos hermanos en esta hermandad humana, reunidos como antaño alrededor del fuego eterno de la vida compartida. Resuena en el pecho cada nombre atado a un rostro inapelable, huella simultánea de un destino común y del más individual de los rasgos identitarios.

11 de mayo de 2004

Gracias a Alejandro Antonelli por el título.

No hay comentarios: