15.3.08

Es preciso ser perseverante en la emergencia

Puedo suponer, al menos por unos instantes, que nada, mejor dicho, que todo, todo está en su lugar. La sonrisa desdentada, el basural y los gurises, los brotes delicados de la enredadera en la pared, el piñón fijo de las viejas bicicletas en la niñez, los armónicos en el charango, las valvas en los pies de Carlos, toda la mierda junta recorriendo kilómetros de cañerías bajotierra, los hongos incurables en mis dedos inferiores, los mineros en Potosí rindiéndole culto al Tío de la Mina, Emily Dickinson en su casa de campo sin ver a nadie hasta morir, la muerte más justa injustamente acaecida, los más de 7000 m de los montes más altos del mundo, todos los granos de arena de todos los desiertos, el impresionante minuto y medio de cielo abierto una noche completamente a oscuras, el primer trazo de cualquier caligrafía china, los enojos de la Tana y sus puteadas naufragando en su propio mar de los quereres, las putas iniciando millones de adolescentes y no tanto, una bañera con patas, abrir los ojos por etapas cerca del amor por las mañanas. En cualquier punto del planeta donde nos encontremos, sigo suponiendo, habrá siempre suficientes impresiones alcanzando nuestras vidas como para suponer un más allá, un más arriba inexpugnable, inefablemente situado dentro nuestro.

02 de diciembre de 2003

Gracias al I Ching por el título.

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