15.3.08

Tengo «Para Ti» encima

Ronca ella y sus ronquidos ronronean e inundan el ambiente mortecino de fresca convivencia. Da vueltas en la cama aún dormida, se aferra fuerte al pecho cálido y cercano como sus sueños se aferran al escaso tiempo concedido, ése que apenas puede contener impreciso el universo ajeno encarnado en el soñar.

Sube una escalera interminable y luminosa, de madera vieja, rechinando emite su queja imborrable mientras descubre el velo sutil de aquel hechizo. Aún es una niña la que duerme entre almohadones, muñecas y relatos, cuando aparece raudo en la ventana abierta al cielo el tío veloz al volante de su «escarabajo» amigable y protector. Alegremente entusiasmado da vueltas y vueltas en círculo ritual, allá arriba en el techo lejano como un ángel de la guarda atento y receloso, sonrisa amplia, mirada eterna, presencia real de ser iluminado.

Más vueltas envolviéndose en las sábanas hasta desaparecer como un capullo, busca oculta entre los pliegues ese espacio interior que con una voz chiquita aún imperceptible llama y pide una atención, un movimiento conciente que lo reconozca, lo trate con cariño y lo haga crecer genuinamente.

14 de abril de 2004

Gracias a Silvia Mazza por el título.

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