3.4.10

¿Se tratará de la paulatina tinellización de la mente pequeño burguesa?

O sea la mía, sentiende. No sé, me lo pregunto.

En este momento mi mente está pensando exactamente esto: un kilo de duzarnos te lo cobran entre 7 y 9 pesos, masomeno. Vos comprás 3 (unidades, no kilos), otras tantas unidades de una escueta variedad de otras frutas, porque sos solo y no tenés más de 17 pesos en la billetera y no hay otro lugar de dónde sacar plata. Llegás a tu casa de soltero, alejada de la ciudad, te reciben los perros, tus chiquilines beavis and butthead con sus ladridos sin rostro en la oscuridad del cosmos. Vas prendiendo de a poco las luces; de afuera hacia adentro es como una fuerza centrípeta que te va chupando. No ves las horas de empezar a cocinar, estás copado con toda esta nueva etapa de tu vida. Tan mal no me va, decís. Habrá muchos en serio que la están pasando muy mal, me parece. De sólo pensar nomás, en la encarnadura vital del todos los días de quienes la pobreza se apropió mansamente en apariencia, sin violencias desmedidas ni rutilantes. Empezás a pelar las frutas de a una, superponiendo capa tras capa en el bol naranja. Llegás al durazno y ni dá. Los tres que te metieron en la bolsa están feos. Qué tipo de fealdad dirán todos, estupefactos ante tal banalidad del juicio. Andar pensando y declamando a viva voz la fealdad de unos machucones oscuros y extendidos por toda la superficie de los duraznos, justo un tono más atrás de la sugerente piel que el ojo profano jamás advierte. Entonces, vuelven a escandalizarse en su blogsfera porque todavía hay quienes piensan distinto. Piensan. La tendencia a ejercer y ser en la diversidad del pensamiento propio, del propio modo, se ve claramente arrinconada por quienes declaman ser, justamente ellos, sus defensores. La gigantesca operación de reacomodamiento y camuflaje que el sistema político supo orquestar acaballados, todos para uno y uno para todos, a los coletazos de la crisis del 19 y 20 de diciembre de 2001, sigue en marcha. Operación que ha demostrado ser eficientísima al punto de haber reconstruído desde los escombros y blindado la nueva torre fortificada de la representatividad, dejando incólume la idea de superioridad de la política según la entienden ellos, al punto de victimizarse y culpabilizar corporativamente al electorado, al pueblo, a la gente que vota. A menos que, diversidad mediante, haya más de un pueblo y sólo uno de ellos reclame para sí el mote de ungido.

2 comentarios:

Sam Rothstein dijo...

Che, mauro, un consejo. Cambia el template, los colores tienen pesimo contraste y no se puede leer nada (especialmente el "azul" o mejor dicho "cian")

Saludos,
Sam

mauroliver dijo...

Pa’ lo que hay que leer, ch’amigo; no sos el primero que me reprocha el asunto, gracias.
Aprovecho para que te des una vuelta por acá, es un economista vasco interesante, por si no lo conocés: http://juan.urrutiaelejalde.org/la-cuestion-del-poder-expansion-sabado-10-de-abril