30.12.09

Uno sólo

Ayer lo sentí por primera vez: con Azulejo fuimos uno.

Esta es una vista de 360° desde el centro del hipódromo de Concepción del Uruguay.




Luego sobrevino una lluvia liberadora y hermosa, tan intensa que nos obligó a guarecernos bajo un alero de las tribunas y esperar un buen rato hasta que amaine. No sé cuánto tiempo pasó, absortos con Azulejo en una meditación circular bajo el repiqueteo de las gotas y la ventolina que mojaba.

Cuando se despejó salimos para regresar y Pancho, que nos acompaña siempre en las cabalgatas, había desaparecido. Recorrimos los alrededores y no lo encontramos. Nos volvimos a casa. Regresé al hipódromo en auto para reanudar la búsqueda y tampoco apareció. Zozobra.

Cuando volví a casa más tarde, pasada la medianoche, mientras abría el portón con una sensación de vacío por la ausencia de la imagen de Pancho, apareció de la nada.

Seguimos felices como entonces.

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