9.12.09

Sexo anfibio

Junto a un grupo de entusiastas jóvenes locales hemos descubierto un nicho, ahora hay que desarrollarlo.
Es de público conocimiento que varios cabarulos, quilombos, quinchos, casas de tolerancia, quecos, prostíbulos (entre otras denominaciones) se han visto afectados por las feroces inundaciones, con la consiguiente atrofia para la fuente de trabajo.
Habida cuenta que los funcionarios de turno han planificado nada en los últimos 50 años para resolver el tema, con vistas a protejer a la ciudadanía de algo que se sabe es arreglable —pensamiento, ciencia y tecnología mediante, claro—, ha llegado la hora de que tomemos cartas en el asunto por nuestros propios medios para motorizar la economía local.
Conociendo a través de la experiencia que la capacidad emprendedora del pueblo es imparable y sus ideas un caudal inagotable, es que nos permitimos enarbolar la bandera del turismo alternativo, enunciando la siguiente propuesta exenta de las restricciones de la propiedad intelectual, que podrá ser tomada por quienes lo crean oportuno y beneficioso para ellos mismos y para la sociedad en su conjunto:
Gestionar grupos de turistas locales, regionales, nacionales e internacionales quienes, guiados por la pericia de un buzo táctico puedan llegarse a realizar visitas higiénicas a los establecimientos —preparados a tal efecto conjuntamente con el personal del servicio— munidos de las respectivas patas de rana, esnórqueles y tanques de oxígeno.

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